Blogia
aletheya

Turutupá contesta

No debemos confundir el amor a primera vista con el amor. Puede que el amor a primera vista exista, ese momento del que hablamos en el que de repente en cualquier circunstancia en un lugar cualquiera tu mirada se cruza con otra, tu corazón se acelera y las palabras sobran. De repente sin saber por qué actúas y estás ahí con él, como si siempre hubiera existido, como si de repente se hubiese materializado algo que siempre estuvo ahí en el fondo de tu alma.

Sin embargo, no sólo eso es amor. El amor, el amor verdadero, empieza siendo ilusión, atracción, deseo, sonrisas, conocerse, pero con el tiempo no se transforma en simple cariño y ganas de afecto. Con el tiempo se tranforma en un conocimiento profundo de la otra persona, en compartir la vida, las pequeñas y grandes cosas, procurarse la mayor felicidad, ayudarse en todos los problemas, ser los mejores amantes, desear a esa persona por encima de cualquier otra en el mundo, tener la pura convicción de que morirás a su lado aunque luego no sea así, tener la certeza de que tienes un cómplice en tu vida, alguien que en cualquier situación te mira y los dos sonreís porque sabéis lo que está pasando, lo que estáis pensando, alguien con quien te irías al fin del mundo porque  vayan las cosas mejor o peor va a estar ahí, haciéndote la vida más bella y más fácil. El amor se siente, se huele, se toca, se da, se recibe, se regala. Es cierto que nada es como al principio, pero por la sencilla razón de que lo que era una ilusión se ha convertido en una realidad, la más preciosa de las realidades, que hay que mantener a base de dejar el egoísmo a un lado, comprensión, respeto y el profundo deseo de hacer feliz a aquel a quien tanto amas, ya que será una felicidad compartida.

 Y es que, como dijo Henri Bordeaux:

A lo largo de la juventud pensamos amar, pero sólo cuando hemos envejecido en compañía de otro conocemos la fuerza del amor.

0 comentarios